domingo, 11 de diciembre de 2011

La enseñanza pública, la mejor.

Fotografía de http://fotograccion.org/
Solo con una educación de calidad para todos que haga que cada individuo dé lo mejor de sí mismo y solo si la educación es capaz de hacer que cada uno -con independencia de su renta y posición social de partida- dé lo mejor de sí mismo, podremos crear una sociedad que, además de justa, sea competitiva e innovadora.

Que nadie se llame a engaño: con recortes educativos no vamos a salir de la crisis. Cada vez se constata más que las economías de nuestro entorno requieren de menos empleados con baja cualificación y cada vez más con una alta formación y especialización. Y esa es la línea de actuación de la Estrategia Europa 2020, que tiene como objetivo dejar en ese año la tasa de abandono escolar por debajo del 10% y que al menos un 30% de las personas de 30 a 34 años tenga estudios de nivel terciario. España tiene que ponerse a ello. Es curioso que dupliquemos a la media europea en dos datos: la tasa de fracaso escolar y la tasa de desempleo.

Ante los recortes a la educación pública, no podemos resignarnos a buscar alternativas de un coste elevado -la privada- o cuyos valores de progreso e igualdad no siempre estén presentes -la concertada- y en su lugar incluyan otros de corte confesional. La educación concertada no siempre es gratuita -no cubre todos los niveles educativos y cuenta con cuotas "voluntarias" en muchos casos bastante elevadas- y, sobre todo, no es inclusiva. Se resiste a contar con alumnado inmigrante, no atiende a aquellos que tienen necesidades específicas o aplica con mano de hierro un régimen sancionador que tiende a expulsar a las capas sociales más marginales.

No creo equivocarme si afirmo que los mejores sistemas educativos del mundo en cuanto a resultados son mayoritariamente públicos -como Finlandia- y con una fuerte dotación económica. Vivimos tiempos difíciles y tenemos que decidir qué modelo de sociedad queremos: una sociedad que busca lo mejor para todos o una sociedad que se conforma con que solo unos pocos lleguen al final.

VÍCTOR MANUEL ALMEIDA - Getafe, Madrid

Publicado en El País

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