viernes, 29 de junio de 2012

Segunda Carta Abierta a los Mineros de un profesor ahora desempleado.


Estimado/a compañero/a:

Hoy redacto esta segunda carta abierta, consciente de que, esta vez, ya te puedo tratar de tú. Posiblemente nos conocimos en Villablino o en Ciñera, o quizá en Mieres, donde tan bien me trataron tus compañeros y compañeras. Quizá fue en la Marcha, donde me hiciste casi llorar, sin merecerlo. O tal vez solo nos conocemos de la red y de los escritos que he ido subiendo desde este blog. Sea como fuere, tengo de nuevo la necesidad de volverte a escribir y, como en aquella ocasión, volverme a desahogar y a mostrar lo que siento desde dentro.

No podía comenzar sin agradecerte y agradecer a toda tu gente el enorme apoyo moral que este profesor, amigo de sus compañeros, los trabajadores del carbón, está recibiendo por aquel gesto tan inocente. La gratitud tuya y de tus gentes es tan increible para mí, que sigo alucinando cuando recuerdo muchos momentos vividos en tu hermosa tierra leonesa o asturiana, desconocida hasta ese momento para alguien como yo. Sigo sin tener palabras suficientes para daros las GRACIAS.

También quería felicitarte: dice un dicho que "detrás de un gran hombre hay una gran mujer". Eso será en las familias de los señoritos y de los buenos burgueses. En vuestro caso, vuestras mujeres no están detrás de vosotros, sino a vuestro lado. Yo mismo tuve el honor de asistir en Ciñera a una Asamblea de Mujeres, donde decidieron cortar la carretera, ¡¡¡ellas solitas!!!!. Y han cumplido con creces su palabra: tanto ayer como hoy, lo hicieron. Mientras vosotros estáis en los pozos, en los cortes o en la Marcha, ellas demuestran su valor, su fuerza y su compromiso. Mi enhorabuena por contar con mujeres, hermanas, madres y amigas tan valientes y tan dignas como ellas, son el ejemplo de miles de hombres y mujeres de este país que lo están pasando mal.

Como ya me sinceré en su momento, "compañero del alma, compañero" -como dijo Miguel Hernandez- tu lucha nos ha dado fuerzas y esperanzas a miles de compañeros, trabajadores de otros sectores. Tu lucha es la luz que ilumina las tinieblas de este sistema capitalista injusto, donde se desahucia a mujeres y bebés como ayer en Oviedo. La luz que alumbra frente a todos aquellos que piensan que, sus problemas, se los resolverán esperando en el sofá. La luz, casi cegadora, que hace despertar del letargo a una sociedad que se creyó el cuento de que formaban parte de una clase media que, a la hora de la verdad, no existe.

Cuando ayer, en el ultimo claustro de mi centro educativo, el IES Jorge Juan de Alicante, supe que muchos supuestos compañeros de profesión no tuvieron ni la más minima consideración para los profesores interinos que, en el día de mañana, iremos a la cola del paro. Cuando en estos últimos meses he tenido que ver como algunos supuestos compañeros "docentes" no han sido capaces de apoyarnos en las reivindicaciones a otros muchos compañeros que no parabamos de protestar y luchar por la defensa de una Educación Pública...Cuando el equipo directivo del IES donde trabajo no tuvo siquiera una leve muestra de solidaridad con los despedidos, solo pude acordarme de vosotros, para que se me pasase el mal trago y volver a tener una sonrisa.

Acordarme de vuestra solidaridad, de vuestra determinación, de vuestra capacidad de lucha. De la camaradería que existe, de la unión a muerte entre todos los que, de una forma o de otra, vivís y convivís con la mina y la minería. En mi caso, esa solidaridad y esa camaradería solo la puedo ver en un sector concienciado y combativo de mis compañeros docentes. Ese es el principal motivo de frustración. Que somos solo unos cuantos, en lugar de todos. A pesar de todo el esfuerzo que hemos puesto y que, en mi caso, me ha llegado a costar insomnio, noches sin pegar ojo, cambios de humor y estado de ansiedad contínuo, porque me hervía la sangre por dentro de ver tanto conformismo y tanto docente contento de que le tiren a la calle. ¡Hay que ser imbécil!
Por ello, la mejor terapia para todo ello ha sido ver como luchábais y ver como lo hacíais sin descanso ni desfallecimiento. Y el mejor regalo ha sido estar allí, entre vosotros, como uno más, como si fuera un mineru de corazón y un profesor de vocación. Compartiendo todo vuestro arrojo, vuestra fuerza, vuestras ideas claras y contundentes. Y comprobar in situ que la lucha y la dignidad empiezan por M. Por M de minero.

Tengo ya el cese en mi mano, la carta de despido que abre para mi un futuro incierto. Pero junto a ella, tengo el firme convencimiento de que hay que seguir peleando, cueste lo que cueste y pase lo que pase. Porque así me lo enseñaron. Ya lo hizo mi bisabuelo en el 36, y pagó con su vida por ello. Mi abuelo y mi madre durante la Dictadura y la mal llamada Transición. Y ahora me toca hacerlo a mi, en esta dictadura disfrazada de democracia, como lo he venido haciendo sin descanso, ya fuera por la Educación, por la Minería, por los derechos de los discapacitados, yendo a parar un desahucio de una madre con tres hijos o escribiendo. Porque como me dijo alguien ayer, "SIN LUCHA, NO HAY VICTORIA"

Y si en algún momento he tenido ganas de tirar la toalla o he desfallecido, gracias a ti, compañero, y a todos los tuyos, he vuelto a recargar energías. He vuelto a crecerme, a creer en personas y trabajadores como tú, libres, que no se arrugan, que ni se compran ni se venden, que tienen claro que nadie nos regaló nada y que todo costó sacrificio conseguirlo y sacrificio nos costará mantenterlo.

Por eso también te quiero dar ánimos. Te quiero animar desde estas líneas. Darte y mandarte devuelta toda la fuerza y energía que tú y los tuyos me habéis dado. Demostrarte con mis palabras, sinceras y humildes, de un compañero más, que allende tus tierras, somos muchos los que estamos con vosotros, que os vamos a apoyar y os vamos a acompañar en Madrid, y en la Marcha de la Dignidad que estáis realizando, porque sois el orgullo de la clase trabajadora de este país y la vanguardia más avanzada. Lo más digno y decente. Nuestra genuina Selección.


Por eso te pido, compañero minero, que cuando las fuerzas flaqueen, cuando el cansancio haga mella, cuando la oscuridad del pozo se haga pesada, cuando los largos dias de huelga pesen, recuerdes esta carta. Y, sobre todo, recuerdes esa máxima con la que a mi me animó una vecina de Ciñera ayer cuando estaba decaido.

"Sin lucha, no hay victoria"

Un fuerte abrazo solidario y obrero de este profesor, ahora desempleado, llamado Julián Jiménez.

Nos vemos en la Marcha Negra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario